- Respira: fácil ¿verdad? Claro que sí, la respiración es una de las primerísimas funciones orgánicas e inconscientes de las que goza el ser humano. Pero no me refiero a que respires sin más, te animo a que tomes una respiración consciente. Tómate el tiempo de sentir, cómo entra el aire, cómo se expande tu caja torácica, como se hinchan tus pulmones, su reacción. Siente la salida del aire, ¿qué temperatura tiene? ¿Es frío, caliente? Siente el vacío cuando ha salido hasta el último gramo de oxígeno. Escucha el ruido del aire al pasar por cada conducto. Date cuenta de tu corporalidad una vez realizado el ejercicio. ¿Te sientes mejor? Lo realmente importante no es que yo te lo cuente, sino, que tú lo sientas. Esto te hará motivarte para repetirlo una vez más. Hazlo tres veces seguidas. Tómate ese pequeño “break” cada día.
- Sonríe: ya ves que comenzamos sencillito, no lo hagas complicado. Ríete de las arrugas, de las marcas de expresión, de los precios de las cremas, del botox, no hay nada que iguale el precio de una bonita sonrisa diaria. Fíjate en lo que provoca, en ti y en los demás. La sonrisa es una especie de virus que contagia.
- Tómate….: ¡tiempo para ti! La cervecita vendrá después, que sé que ya estabas frotándote las manos con este super tip. Aunque pensándolo bien, podría hacer un dos en uno y reducimos espacio, jeje.
No, en serio. Vivimos en la sociedad del estrés, de las prisas, del cuanto más mejor, del más, más y más. Cuando lo real es que, menos, siempre es más. Nos interponemos en nuestro camino, nos llenamos agendas, cuadernos, blocs de notas, audios, libros, programas, cursos, eventos… Pensando que así sabremos de nuevo MÁS. Siempre algo que hacer. Cada vez mochilas más pesadas que portar.
“Horarios llenos, corazones vacíos. “
Quisiste aprender tanto, que desaprendiste lo importante, vivir, sentir. Bloqueaste tu cabeza, y con ello tus sentidos.
Deja de lado tu exigencia por aprender, y da lugar al disfrute por el mero hecho de existir.
Tómate tiempo para ti. Prueba a no hacer nada durante media hora al día. Sólo escucha el silencio, sal a un parque, acaricia un perro, juega con el agua, juega como un niño o con tus niños, con la nieve, y por qué no, mira durante un rato un programa absurdo, vacíate. Deja de llenarte, date tiempo para procesar y disfrutar.
- Cocina para ti: cuantas veces escucho a mi gente, a mis amigos, a mis pacientes. “No, yo es que para mí solo no suelo cocinar, me da pereza”. ¿Perdona? ¿Cómo que para mí solo? ¿No eres tú lo suficientemente valioso para darte la comida/ cena de tus sueños? ¿Y para quién quieres hacerlo?
Date valor en cualquier ámbito, no escatimes en cuidados hacia ti. Que tú seas tu máximo admirador, tu “mami de mimitos”.
Ya he dicho más de una vez que me encanta cocinar, y ya no solo por el hecho de comer, sino por el hecho de crear. Me encanta disfrutar de los colores, de los olores, del laboratorio que se monta entre ingredientes. De la puesta en escena en el plato, de la curiosidad del “ a ver a qué sabe esto” y del orgullo de la nueva receta.
Si bien es cierto, que siempre es mejor en compañía, no es justo privarse de este tipo de placeres por el hecho de vivir solos, ¡date un homenaje!
Y es que muchos de los mejores momentos, son vividos alrededor de una buena mesa.
- Valores: esencial. Es fundamental la identificación de los valores personales para una vida equilibrada, y mucho más, para establecer relaciones sanas. ¿Cuál es tu valor principal? ¿Cuál está en el top ten? Puede que sea la seguridad, el amor, la amistad, la diversión, la honestidad… Cada uno tiene su propia escala, y es perfectamente respetable. Lo importante, es identificarla y más aún vivir en coherencia a ella.
Con el paso del tiempo, estos valores han ido modificándose en gran medida, lo que antes era primordial, ahora apenas es importante y viceversa.
¿Por qué hablo de esto? Principalmente porque somos seres sociales. Vivimos en sociedad y nos vemos diariamente implicados en relaciones interpersonales. Para una mejora de nuestras relaciones esto es básico. Entender tu escala y respetar que los demás gozan de una
diferente. Y que no por ello, ellos son mejores o peores que tú.
En caso de conflicto, la comprensión de este punto, nos llevará a desarrollar la empatía y la capacidad de ponernos en la posición del otro.
Por ejemplo, ¿Por qué Pepe llegó tarde a casa cuándo había prometido pasar la tarde con su familia? Ó en caso contrario, ¿Por qué Pepe renunció a una super oportunidad de trabajo y se fue a casa? En el primero de los casos, para Pepe, el valor de la seguridad económica superó al familiar, en su escala, se situaba en un puesto más alto. Sin embargo, en el segundo, Pepe dio prioridad según su escala de valores a la familia.
¿Cuál es mejor ó peor? Ninguno. Cada uno tiene su propio baremo y sus razones para darle prioridad a unos o a otros. Esto puede ir determinado y asociado a creencias familiares, sociales o culturales. Pero repito, no e cuestión de juzgar unas u otras, es cuestión de comprender y aceptar para lograr la máxima armonía.
- Agradece: hace poco, un familiar me dijo que estaba leyendo acerca del ho’oponopono, que todas las mañanas daba gracias hasta por el papel higiénico, a lo cual, podéis imaginar mi reacción, me reí. Me resultó graciosa la información, si bien, no el hecho.
Somos muy afortunados. Ya si solo estás leyendo esto, constas de una gran suerte, la vista. Y además lo estás haciendo desde un ordenador, o un móvil, cosas normales para nuestra cultura, sociedad, pero no para otras. Estás tranquilamente haciéndolo, por tanto, no estás en un país en guerra.
A veces, esto tan ridículo, se nos olvida. Nos quejamos, entramos en críticas, en ambiciones (de nuevo enlazando con el tip número tres) de más, más y más. Pero es que ya disponemos de mucho más de lo que imaginamos. Un pequeño golpe a tiempo nos hace recordar…
Hace poquito, me encontré en una situación no sé si límite a nivel material, pero sí a nivel emocional…No me encontré bajo un puente porque lógicamente estaba bajo techo, pero me hallaba en una ciudad que no conocía, y en un alojamiento en muy malas condiciones… Frío, sin calefacción, sin enchufes, sin intimidad, oscuro… Mi reacción: crisis, llorar, buscar opciones… Al día siguiente, me dije, que si quería luchar por mi sueño, tal vez debía aceptar ciertas condiciones y apechugar…. Pero, como el Universo es sabio, y Dios aprieta pero no ahoga (como bien me dijo la sabia de mi hermana en aquel momento), ¡me regaló un super piso! Un verdadero hogar, completamente opuesto a lo anterior. En ese momento solo podía sentir gratitud, una emoción inmensa de agradecimiento. Dar gracias a cada instante por todo lo que esta nueva casa tenía. Pero ¿sabes qué? Tal vez nunca antes había dado gracias por las otras casas en las que había vivido… Lo consideraba normal, era mi casa y punto. No me paraba a pensar. Tuve que llegar a esta situación desagradable, para darme cuenta. Así que no esperes, y ya sabes, da gracias hasta por tu papel higiénico 😉 .
- Cuida tu lenguaje: En kabbalah dan mucha importancia a las palabras, las consideran verdaderas vasijas de poder, y así es. Prueba a pronunciar “ Lo siento, por favor perdóname, gracias, Te amo” y siente la reacción. ¿Qué provocan en ti? ¿Cómo te sientes?
Pero no nos quedemos solo con eso, ahora expresa palabras que sean antónimas, o que tengan un cariz más negativo, por ejemplo “ te odio, culpa, miedo, destrucción”
¿Notas la diferencia? ¿Qué producen en ti unas y otras?
Una de las frases que más escuchamos en el terreno del crecimiento personal es “somos lo que pensamos”. Nos alimentamos de pensamientos. De lógica común, es que si nos alimentamos de una mala fuente, no generaremos frutos maravillosos, ¿o has visto muchos árboles cerca de Chernobil dar manzanas saludables?
No estoy hablando de afirmaciones positivas, que las creo importantes y potentes, estoy hablando de cambiar el piloto automático que llevamos en nuestras cabezas. De romper circuitos que nos llevan una y otra vez a lanzarnos mensajes de miedo, de imposibilidad, de culpa. Lo considero una cuestión de inteligencia y economía emocional, si puedes enviarte mensajes positivos que te llevan a potenciarte ¿Qué necesidad tienes de boicotearte?
En una de las charlas de Edmundo Velasco, hablaba acerca de esto. Del diálogo interno negativo y de cómo lo mantenemos a veces por puro masoquismo. ¡BASTA YA!
Apágalo hoy por un rato, y mañana por un rato más, hasta que se sienta incómodo y decida desalojarse de tu mente. Da la bienvenida al nuevo, al positivo y aumenta tus ingresos “potenciadores.”
- Soltar: dejar ir, como el libro de David R. Hawkins.
Desapegarse, sabiendo que lo que guardamos, lo que encerramos, se vuelve feo con el tiempo. Esto aplica a cosas y emociones. No importa, tú suelta. Eso que ya no sirve, déjalo ir, no cargues equipaje inútil, libéralo, da las gracias por su aprendizaje y continúa.
¿O acaso te parecería normal cargar con las cáscaras de unas cuantas nueces sólo por lo bueno que fue su fruto? ¡Ah! Esto te parece ridículo ¿a que sí? pero no tanto el albergar emociones de ira, rencor, pena, tristeza por lo que “un día fue”.
Libera el espacio, deja lugar a lo nuevo. Acepta que la vida a veces es más bonita cuando está vacía, de cosas inútiles, pero llena de infinitas posibilidades. Que no las veas no quiere decir que no estén ahí, tan solo confía, y deja espacio. Limpia tu chimenea, y permite que Papá Noel deje sus regalos
- Focalízate: si ya sabes cuáles son tus metas, enfócate, ve a por ello. Evita dispersarte y lucha por lo que quieres. Responsabilízate de tu vida, de tus actos, y por supuesto, de tus resultados. Deja las excusas y lucha por lo que ansías. Déjate de perezas, de miedos, de “esto no es lo que se esperaba de mi” y lánzate con todo el equipo.
Si no tienes clara la diana, ¿hacia dónde irá tu flecha?
- Ama: viendo un poco los anteriores tips, solo me falta el “ reza” y montamos la película de Ryan Murphy, jaja (“ Come, reza, ama” protagonizada por Julia Roberts y Javier Bardem).
Y es que una vida sin corazón, es una tierra sin sol.
Ama todo lo que hagas, lo que digas, lo que tengas. Ámate a ti, a tu padre, a tu madre, a tu herman@, a la vecina del cuarto (bueno, esto con cuidado). Deja que cada día te de la oportunidad de expandir un poquito más tu corazón.
“No importa la profundidad de tu herida. Siempre habrá médicos sin fronteras, dispuestos a pagar los peajes que se dirigen a tu corazon.”